Boardwalk empire: la montaña rusa del Atlantic City de los años 20

Cuando uno busca buenas series, un truco que hace es ir a ver los nominados a los premios Emmy de ese año. Fue así que encontré esta serie, Boardwalk empire, nominada a unos cuantos premios a lo largo de su corta historia de tres temporadas, de momento.

Boardwalk empire tiene lugar entre Atlantic City, Chicago y Nueva York en unos años 20 convulsos a nivel político y social. Su atmósfera recuerda a las películas de gangsters de los años 40, pero en color, y sin su calidad cinematográfica.

La serie se centra en el personaje del tesorero de Atlantic City, Nucky Thompson, personaje interpretado por Steve Buscemi y sobre el cual versan prácticamente todas las tramas de la serie. Nucky es un persona que seduce al espectador por su mirada vampírica, capaz de atraer a las mujeres a su cama y a los hombre a los negocios más sucios. En este ambiente corrupto, Nucky se enamora, se desenamora, corrompe, soborna, miente y mata. Es uno de esos personajes al cual escupiríamos en la cara pero por el cual nos dejaríamos sobornar.

Hay otros personajes importantes en la serie: Eli Thompson, el hermano de Nucky, el sheriff del condado, gracias al cual Nucky dispone de tantas influencias, Jimmy Darmody, un matón al servicio de Nucky y que se debería dedicar más a su familia que al crimen organizado, Margaret Schroeder, una viuda de la que se acabará haciendo cargo Nucky, o Nelson Van Alden, un agente del departamento del Tesoro, cuyo principal objetivo, manía u obsesión es atrapar al principal culpable del contrabando de alcohol de Atlantic City, el propio Nucky

Es cierto que los personajes avanzan, que hay cierta profundidad psicológica en algunos de ellos y que poco a poco los vamos conociendo. Es cierto que la ambientación es perfecta, por la música, por los vestidos, por los paisajes, los escenarios, lo cual nos permite, de alguna forma, introducirnos en el ambiente propio de los Estados Unidos de la segunda década del siglo XX.

Ahora bien, ¿qué se le debe pedir a una serie?

1) Conocer el nombre de los personajes y no confundirlos. La gran cantidad de personajes y el parecido entre algunos de ellos favorece las preguntas tales como ¿este no estaba muerto?, ¿quién es este? o ¿esta no estaba liada con el otro?

2) Cada capítulo, como nos han enseñado las grandes telenovelas, debe permitirte degustar la sensación amarga a la vez que dulce de la frase "¿cómo me pueden dejar así?" e inmediatamente después que surja desde lo más profundo de los intestinos el deseo de ver el siguiente capítulo, como si no hubiera un mañana.

3) Coherencia, ¿qué significa coherencia? Pues que entendamos de qué va. Si a mí me preguntan de qué va esta serie responderé sobre el contrabando de alcohol hasta el capítulo 7, pero luego habla sobre la elección de alguien, del alcalde, o del presidente, bueno, no sé. Tales serán mis palabras, lo confieso.

4) Que se dejen las montañas rusas en los parques de atracciones. Pido a una serie un poco de ritmo, no solo por los finales, sino para mantener la emoción en todo momento. En muchas ocasiones he querido dejar esta serie, básicamente porque no me interesaba un pimiento de lo que se hablaba o, peor aún, porque no entendía los diálogos dentro del contexto. 

Y sí que en algunos momentos me ha interesado la evolución de algunos personajes, pero, como las montañas rusas, en algunos momentos me encontraba en la cima, con el aire acariciándome las mejillas, interesado en qué vería más allá, y en muchas ocasiones me he visto descendiendo a los infiernos de la ignominia, el aburrimiento y la desidia.

Con esta serie haré como los borrachos de Atlantic City, quizás deje el alcohol durante una temporada, a ver si algún día me ofrecen un whisky de los buenos y me atreva a probarlo.